junio 19, 2009

Fragmento de la Charla de Carlos Ruiz: "Los límites del discurso".

Fragmento de la Charla de Carlos Ruiz, del 3 de octubre de 2009, llamada:
"Los límites del discurso".

En principio, yo quería hablar de los límites, empezando por los límites para atrás: según Lacan, este discurso empieza con Sócrates, estos discursos. Yo diría, en todo caso, Sócrates será el emergente, Sócrates hizo la filosofía correspondiente a esto que estaba funcionando, no es que un día se levantó e inventó el discurso. Uno podría rastrearlo desde ese punto de vista, desde la historia de los presocráticos y se verá en qué punto está el antecedente de esto que Lacan plantea, pero yo diría, hay un momento en que efectivamente se establece un orden social, que es el orden de los discursos, si lo hubiéramos pensado en términos de historieta, podríamos pensar que esto de que el señor Sócrates quería apoderarse del saber del esclavo, podría ser la historieta, pero este señor Sócrates era el mismo que decía que los mitos eran alegorías, y entiendo que estaba diciendo que los mitos estaban entrando en el orden del discurso, el lazo social que se establecía era discursivo, y la alegoría, el rito, eran modos de mantener el lazo social, ya discursivo. Ahora, ellas no iban a bailar alrededor de Dionisio, porque si no la cosecha no producía, sino que iban a bailar ahí porque el lazo social las llevaba. Es decir, uno conoce modernamente lo que pasaba cuando alguien no iba a la iglesia. Empieza a pasar eso. Podría decir que si es cierto que hay un comienzo con un orden discursivo, ¿qué pasaba antes? A partir del seminario 20 Lacan identifica prácticamente lazo social y discurso, me permito sugerir que habría que agregar que es para nosotros y ahora. Nosotros no concebimos un orden social que no sea discursivo, pero el orden mítico parece haber dominado durante mucho tiempo. Y no creo que pueda decirse: no había lazo social, en cambio creo que sí podría decirse, si uno se toma en serio técnicamente lo que dice Lacan, que eso no era discurso.

Ahora, en el seminario 17 Lacan habla de algo que es más nítido en ese aspecto: el dios de nombre impronunciable le dice al profeta Oseas que se case con una prostituta, interpretamos porque Oseas va a redimir a la prostituta, así como dios va a redimir al pueblo de Israel, aunque es un pueblo prostituido, y Lacan dice: prostitución quiere decir relación sexual, es decir, Lacan pone del lado de la relación sexual a los adoradores del dios Baal, correspondientes a los pueblos vecinos, que arrojaban los niños al idolo, para quemarlos, mientras que los hebreos se mantenían en el orden de, bueno, como mucho, la circuncisión, entonces ahí aparece muy nítidamente muy anterior al tema de los griegos, este punto de que ahora sí alguien que dudo llamar señor, le dice: ‘harás esto y no lo otro, y no pondrás dioses ajenos delante de mí’. A partir de ese momento, hay un discurso, yo pretendo que ese discurso también nace de un semblante, que ocupa el S1, que hace de S1. Yo diría algo así: lo que uno sabe es que un señor, por ejemplo Oseas, que dice: ‘Dios me dijo que…’, no cualquiera escuchaba la palabra de Dios, entonces digo que lo que aparece claramente es un semblante, dominando desde un sitio. Aquí en este caso, uno diría, parecería más fácil, en tanto esta manera de presentarlo sería: ‘ustedes son los elegidos’ no es el orden social global, que identificamos con el orden de la sociedad, con el orden del cosmos. Famosa la discusión de Aristóteles, sobre si el esclavo es esclavo por convención o por naturaleza, que él llegue a la conclusión de que el esclavo es esclavo por naturaleza, a nosotros nos suena muy mal, pero… Porque así son las cosas, no es porque Dios les dijo, los griegos se adaptan al orden que hay. Me parece que es muy nítida esa última parte del seminario de “El reverso del psicoanálisis”, en el que Lacan presenta otro lugar en donde nació el discurso del amo, en el caso de ‘no podrás dioses ajenos delante de mí’.

Ahora, ¿qué pasa entonces con todo ese orden mítico, que de alguna manera tiene que pasar al orden del discurso? Lacan llama a veces al discurso de la histérica: diabólico histérico, creería que uno podría presentar así. El discurso de la histérica es ese discurso que objeta al discurso del amo, desde su mismo arranque, ¿por qué va a haber discurso? No hay una ley divina que diga que hay discurso, algo puede cuestionar, y creo que ese cuestionamiento es lo que Lacan llama de algún modo discurso de la histérica, cubriendo las formas más o menos habituales de lo que se supone que son las histéricas. Entonces estaríamos con tres discursos bastante bien: un discurso del amo, que diría, está flotando por ahí todo el tiempo, un discurso que Lacan llamó universitario, que diría que hacia ahí apunta el discurso del amo, a apoderarse de ese saber del esclavo y un discurso que objeta el discurso del amo.

Uno podría decir así: discurso del amo ya lo sabíamos, es una escritura muy elegante, pero ya lo había dicho; discurso universitario y discurso de la histérica, creo que entendemos que hay antecedentes y que los podemos imponer; discurso del analista es un invento total, uno podría decir: ‘bueno, tengo una combinación de letras de la que no hablé ni sé que haya un discurso, tengo un discurso que es el discurso del análista’. El asunto es: ¿efectivamente tengo un discurso que sea el del analista? Eso es lo que dice Lacan. Dice mucho más que eso, dice: desde que hay discurso del analista, hay cuatro discursos, como si los discursos fueran retroactivamente pensados, si yo leo esa frase parece contradictoria con las que dan fechas para la instalación de cada uno de los discursos, fechas retroactivamente pensadas a partir de que hay discurso del analista, y en este caso que más bien a partir de Lacan. Es más simple que lo que tenemos para decir. Por ejemplo, ¿qué quiere decir girar a un discurso? Si me preguntan por cómo lo escribo es muy fácil, agarro las letras, las tuerzo un poco y ya está, ¿cómo se produce un giro de discurso, un cambio de discurso? Lacan dice en el seminario 20, que todo cambio de discurso pasa por el discurso del analista. La idea sería: cada cambio de discurso implica la transferencia. Por un lado, algunos dicen ‘entonces está hablando sólo de lo que pasa entre el diván y el sillón’ Por otro lado están los que dicen que está haciendo una clase de historia universal, yo diría: ni tanto ni tan poco.

Está este pasaje de agente a semblante, en realidad si uno mira el seminario 17, Lacan al final se quedó con agente, no le quedaba otra. Cuando dijo agente, dijo: ‘no hay que entenderlo como el participio activo del verbo actuar’, cuando digo agente, no es el que actúa, sino ese sitio que pone en movimiento cada discurso, entonces, lo llamaba agente pero con muchos recaudos. Al año siguiente notablemente dice: ‘se acuerdan que di tres nombres, y había un sitio que no tenía nombre, lo voy a llamar sitio del semblante’, como si nunca hubiera hablado de agente. Entonces hay un seminario dedicado a ese tema, uno puede ver respecto de los sitios, que hay un sitio, el sitio de la verdad debajo del semblante y eso se relaciona con esta idea de semblante o verdad, no de semblante como verdadero, donde uno diría que lo que estaría en juego sería del orden de la demostración, no apariencia y verdad, porque apariencia quiere decir que yo saco la apariencia y está la otra cosa detrás, semblante y verdad parecería un juego muy fuerte, en el que detrás no hay nada, y de algún modo la verdad se juega ahí, que no se juega como la cosa que efectivamente está detrás de la apariencia. Y los ejemplos de Descartes me parece que son bastante claros. La luna. Uno ve el cuarto menguante, eso es una apariencia, la luna es redonda, lo que pasa es que vemos un pedazo. Uno ve el arcoíris, el arcoíris no está delante de otra cosa, el arcoíris, lo que Descartes llamaba un meteoro, es un semblante.