noviembre 11, 2008

Presentación de Jorge Palant: "Primer Dolor"

El 22 de noviembre Jorge Palant presentó: "Primer Dolor (Consideraciones sobre Masoquismo)".
Aquí un fragmento de la charla:

Lacan hace todo un recorrido en relación al fantasma masoquista “Pegan a un niño”. Hay una expresión de Lacan muy temprana y muy dura, con respecto al masoquismo primario, en el seminario 2, donde dice: lo que Freud nos enseña con el masoquismo primordial, es que la vida no quiere curarse. La reacción terapéutica negativa le es inherente. O sea, una cosa es creer que la reacción terapéutica negativa forma parte sólo de ciertos análisis, llegado cierto punto, y otra cosa es decir: lo que Freud nos dio con el masoquismo primario es que la vida no quiere curarse, es decir, eso nos pasa a todos, es un hecho bien de estructura. La vida no quiere curarse. Y no es que Lacan lo discute, lo cita, lo afirma. Y agrega: la reacción terapéutica negativa, le es inherente, forma parte de…

El motivo del pequeño recorrido que voy a hacer en Lacan de “Pegan a un niño” y después la cita de algunos otros textos posteriores, es ver de qué manera Lacan va desplazando lo que es un fantasma masoquista, que Freud estudia detenidamente en 6 pacientes: 4 mujeres y 2 hombres, él va llevando eso, lo que puede ser un fantasma perverso en un sujeto en análisis, a una respuesta a una manifestación de la estructura, una vez más, es eso que les pasa a todos. Y llega a decirlo. En el seminario 4, cuando él se ubica en relación al fantasma “Pegan a un niño”, él lo hace ahí como para modificar ese dicho freudiano que se había instalado muy fuertemente en las corrientes psicoanalíticas: la neurosis es el negativo de la perversión. Es decir, lo que en la neurosis está reprimido, en la perversión está a cielo abierto, es una pulsión desnuda, y todo lo que dio lugar en términos de las fijaciones, etapas pregenitales, las etapas preedípicas, y toda la clínica que esto genera. Entonces, el esfuerzo de Lacan en este punto es, siguiendo el texto freudiano a la letras, demostrar que la perversión, que el fantasma perverso está tan articulado, a su manera, al Edipo y a la castración, como los síntomas neuróticos. Ese es el primer movimiento que hace Lacan de “Pegan a un niño”, en el seminario 4. En el seminario 5 va un poco más allá, porque ya tiene algunos elementos que son muy de su propia cosecha, como el significante fálico, y el . Entonces ya cuando aborda el fantasma “Pegan a un niño”, habla de los tres tiempos del fantasma, en Freud uno lo ubica antes del Edipo, aunque el padre esté presente, supuestamente el primer tiempo, el segundo está claramente ligado al momento edípico, y el tercero es como lo que queda de eso. Pero es en relación a esto que él cuando habla del padre, cuando Freud considera que el primer tiempo tiene que ver con que es el padre que le pega al hermanito que yo odio, ¿por qué? Porque de esa manera me demuestra a mí que me quiere a mí y no que lo quiere a él. O sea, cuando Freud ubica al padre ahí, Lacan lo relativiza un poco, y habla del , es decir, que quita al padre en tanto real de esta escena fantasmática, y habla del efecto que pueda tener, de la presencia que pueda haber del Nombre del Padre. Y a renglón seguido, lo que hace es ubicar el látigo, no tanto como el instrumento de la práctica masoquista, sino el látigo como aquello que golpea literalmente, pero corriéndolo un poco de lo singular del fantasma, para ubicarlo en relación al efecto del falo en la estructura. De manera tal que le permite decir a él –y esta es quizás una de las partes más osadas que él tiene- ¿de qué se trata?, dice él. Se trata de que de alguna manera todos están bajo la férula. Todos, al final cuando en el tercer tiempo son los niños que son pegados. Acá, por una parte es lo que hace a la manera de describir el fantasma perverso, el camino de la desubjetivización, la pérdida del lugar de los sujetos, esa cosa ambigua, difusa, esa prevalencia de lo imaginario, esta sería la descripción del fantasma perverso. Pero por otra parte, se sale de ahí y dice, en relación al látigo: todos estamos bajo la férula. Es decir que eso es algo que les pasa a todos. Es decir que hay algo que golpea, hay un significante que golpea. ....

Acá hay un momento en el seminario 5 que él dice algo, para mí muy sorprendente por muchos motivos, pero dice algo que tiene que ver con el título que decidí ponerle al trabajo: “Primer dolor”, “Un primer dolor”, me faltaron las comillas, me faltó la interrogación, no sé, pero hablar de primero en términos cronológicos es complicado, uno se expone a eso, ¿no? Pero lo que él dice acá, cuando está haciendo esta lectura de “Pegan a un niño”, dice esto: si reflexionan ustedes con cuidado, recurrir a una pretendida licencia de la naturaleza humana como modelo de aquello a lo que aspiraría la vida, no es una idea que debe hacernos sonreír ligeramente en el punto en el que nos encontramos. En materia de retorno a la nada, nada es menos seguro. Por otra parte, el propio Freud, en un pequeño paréntesis que les rogaría, encontraran en “El problema económico del masoquismo”, yo les pido a alguno de ustedes que si encuentra este paréntesis, me avise dónde está. Leí muchas veces “El problema económico del masoquismo”, buscando el paréntesis, y no lo encontré. En un paréntesis, nos indica que si el retorno a la naturaleza inanimada es efectivamente concebible como el retorno al nivel más bajo de tensión, al reposo, nada nos asegura que en la reducción a la nada, también ahí, por así decirlo, no se mueva algo, en esta reducción a la nada. En el fondo, nos encuentre el dolor de ser. Este dolor no lo hago surgir yo, no lo extrapolo, nos lo indica Freud, el dolor del masoquismo, dolor de la sexualidad, la perversión. Si encontramos en algún lugar en el “Más allá del principio del placer”, esta expresión: dolor de ser, también pido que me la transmitan. Este dolor no lo hago surgir yo, no lo extrapolo, nos lo indica Freud como el último residuo del vínculo entre Tánatos y Eros. Sin duda, mediante la agresividad motriz del sujeto para con lo que lo rodea, Tánatos consigue liberarse, pero algo queda en el interior del sujeto, en la forma de aquél dolor de ser que a Freud le parecía vinculada con la propia existencia del ser vivo.